La navidad del 2007 fuimos con mi pololo al correo a buscar cartas al viejito pascuero,
esperando poder entregar algo dentro de nuestras posibilidades. Entre bicicletas, consolas y celulares, nos llamó la atención una carta de un niño que pedía un MP3 para escuchar las canciones de su ídolo: Mikel Jakon. Enternecidos, tomamos la carta y compramos un MP3 que cargamos con canciones de Michael Jackson. Lo llevamos a la dirección de la carta en nombre del viejito pascuero y se lo entregamos a un niño, su abuelo y su madre, con cara de no creer lo que estaba pasando. Desde el auto vimos a los tres sumergidos en el abrazo más acogedor que he visto. El recuerdo nos dejó mudos todo el camino y aún nos estremece.
Con la noticia de la muerte del "rey del pop" no he dejado de pensar en este niño. Debo reconocer que un sentimiento indescriptible llego a mi estómago cuando supe la noticia, pero me imagino que para él tiene que haber sido distinto. Es cierto, Michael Jackson nos marcó. Ya se porque su música suena en nuestro paisaje de formación o porque detestemos las prácticas en las que estaba involucrado. Pero por algo se ganó la categoría de ídolo. Por algo un niño en la Granja, que no sabía escribir bien su nombre, podía catalogarlo de su ídolo. Algo hace que unas pocas personas generen un impacto a nivel mundial. Una serie de hechos en una cadena de sucesión determinan que unas pocas personas entren al escenario mundial. Pero lo más terrible de su muerte quizás es que nos estamos quedando sin ídolos. En un mundo tan volátil, los ídolos tampoco trascienden como antes. Quizás porque estamos sobrebomardeados de ídolos o quizás porque ya no los necesitamos. Me pregunto entonces quienes son nuestros idolos ahora. Triste, pero no tengo ídolo. Quizás sea bueno o quizás sea malo. Pero creo que toda muerte debe traer una reflexión consigo. Y esta es mi reflexión: algo está cambiando. Quizás la muerte de Marilyn Monroe o de Elvis causaron igual sensación. Lamentablemente no estuve ahí para contarlo, ni para saber si realmente los ídolos se están perdiendo.
esperando poder entregar algo dentro de nuestras posibilidades. Entre bicicletas, consolas y celulares, nos llamó la atención una carta de un niño que pedía un MP3 para escuchar las canciones de su ídolo: Mikel Jakon. Enternecidos, tomamos la carta y compramos un MP3 que cargamos con canciones de Michael Jackson. Lo llevamos a la dirección de la carta en nombre del viejito pascuero y se lo entregamos a un niño, su abuelo y su madre, con cara de no creer lo que estaba pasando. Desde el auto vimos a los tres sumergidos en el abrazo más acogedor que he visto. El recuerdo nos dejó mudos todo el camino y aún nos estremece.Con la noticia de la muerte del "rey del pop" no he dejado de pensar en este niño. Debo reconocer que un sentimiento indescriptible llego a mi estómago cuando supe la noticia, pero me imagino que para él tiene que haber sido distinto. Es cierto, Michael Jackson nos marcó. Ya se porque su música suena en nuestro paisaje de formación o porque detestemos las prácticas en las que estaba involucrado. Pero por algo se ganó la categoría de ídolo. Por algo un niño en la Granja, que no sabía escribir bien su nombre, podía catalogarlo de su ídolo. Algo hace que unas pocas personas generen un impacto a nivel mundial. Una serie de hechos en una cadena de sucesión determinan que unas pocas personas entren al escenario mundial. Pero lo más terrible de su muerte quizás es que nos estamos quedando sin ídolos. En un mundo tan volátil, los ídolos tampoco trascienden como antes. Quizás porque estamos sobrebomardeados de ídolos o quizás porque ya no los necesitamos. Me pregunto entonces quienes son nuestros idolos ahora. Triste, pero no tengo ídolo. Quizás sea bueno o quizás sea malo. Pero creo que toda muerte debe traer una reflexión consigo. Y esta es mi reflexión: algo está cambiando. Quizás la muerte de Marilyn Monroe o de Elvis causaron igual sensación. Lamentablemente no estuve ahí para contarlo, ni para saber si realmente los ídolos se están perdiendo.
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