El otro día tuve la suerte de tener un día libre, o más bien, me tomé la libertad de dejar un día libre en mi agenda, cansada de correr todo el día (y a veces, la noche). A la hora de almuerzo fuimos con pololo y la Cleme, mi perra, a devolver una película al Blockbuster (Slumdug millionaire, wow!) y decidimos llevar a la Cleme a pasear y correr a un parque mientras peloteabamos un rato. Por cercanía, decidimos ir al parque Gorostiaga... ¡sorpresa! Ya no hay un PARQUE sino un tremendo gimnasio que abarca 3/4 partes de lo que era el parque.
¿Qué pasó con los skaters? ¿Y la cancha? Bueno, ahora hay un pequeño espacio de pasto verde, con dos arcos en un terreno en desnivel (pensemos como la mitad de la mitad de una cancha de baby) al lado de un estacionamiento privado y una cancha privada. Como si no hubiesen escasas canchas de uso público en la ciudad, privatizan una más y de paso quitan un espacio apreciado por vecinos y cercanos. En internet, logré encontrar un blog de la junta de vecinos del barrio, donde expresaron su molestia. Pero lo que más me sorprendió ver cómo se definió a nivel político como un avance para la comuna. Escasa cobertura periodística, ¿o es que a muy pocos les importa? Recordé un trabajo que realicé para la Universidad en torno a la desaparición de los Artesanos de manquehue y la construcción de Falabella. En ese momento encontré una cita bastante pertinente de David Harvey que plantea: “(…) hemos asistido a otro feroz episodio del proceso de aniquilamiento del espacio por el tiempo, que siempre ha estado en el centro de la dinámica del capitalismo (…). Sin embargo, el colapso de las barreras espaciales no quiere decir que la significación del espacio disminuya”.
Creo que la próxima vez que decida tener un momento de dispersión gratuita o quiera organizar una pichanga, tendré que informarme sobre si aquel espacio que quiero utilizar sigue con las características que presentaba. Puede ser que le pongan un gimnasio encima, que me cobren entrada o que le construyan un edificio encima. Ejemplos, lamentablemente, hay muchos. Mejor me quedo en mi casa. O me inscribo en el gimnasio...
¿Qué pasó con los skaters? ¿Y la cancha? Bueno, ahora hay un pequeño espacio de pasto verde, con dos arcos en un terreno en desnivel (pensemos como la mitad de la mitad de una cancha de baby) al lado de un estacionamiento privado y una cancha privada. Como si no hubiesen escasas canchas de uso público en la ciudad, privatizan una más y de paso quitan un espacio apreciado por vecinos y cercanos. En internet, logré encontrar un blog de la junta de vecinos del barrio, donde expresaron su molestia. Pero lo que más me sorprendió ver cómo se definió a nivel político como un avance para la comuna. Escasa cobertura periodística, ¿o es que a muy pocos les importa? Recordé un trabajo que realicé para la Universidad en torno a la desaparición de los Artesanos de manquehue y la construcción de Falabella. En ese momento encontré una cita bastante pertinente de David Harvey que plantea: “(…) hemos asistido a otro feroz episodio del proceso de aniquilamiento del espacio por el tiempo, que siempre ha estado en el centro de la dinámica del capitalismo (…). Sin embargo, el colapso de las barreras espaciales no quiere decir que la significación del espacio disminuya”.
Creo que la próxima vez que decida tener un momento de dispersión gratuita o quiera organizar una pichanga, tendré que informarme sobre si aquel espacio que quiero utilizar sigue con las características que presentaba. Puede ser que le pongan un gimnasio encima, que me cobren entrada o que le construyan un edificio encima. Ejemplos, lamentablemente, hay muchos. Mejor me quedo en mi casa. O me inscribo en el gimnasio...
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